Cuando murió Marés González
nos dejó los aromos en Agosto del 2008 y ayudé a ponerlos en los pasillos del Teatro
Nacional para su velorio. Hoy 11 de junio del 2018 Liliana Ross nos deja en el
día mas frio del año con tormenta eléctrica y granizos que dejaron a Santiago
blanco por varias horas, se me hace que es de actrices emblemáticas hacer
escenario ambiente que no queda en un día cualquiera.
Debo haber tenido unos 13 ó 15 años cuando Gerardo Salinas, un compañero del colegio, me
dijo que su papá traía a Concepción la obra “Brujas”, con un elenco del que ya se despidieron antes
Rebeca Ghigliotto (2003) y Anita Klesky (2000). Yo ya quería ser actriz desde
chica pero conocía poco de la parte de
atrás de los escenarios, salvo las
clases de teatro extra programáticas del colegio y esa noche, después de la función en el Teatro Concepción frente a la
plaza de Armas (a tres cuadras de la casa de mi mamá por lo que no había
problema de quedarme un rato mas) Gerardo me llevó a los camarines como le
pedí, a conocer a las actrices. Entramos por el escenario, yo por primera vez
estaba entrando en un lugar que siempre quise conocer y estaba muy nerviosa, cuando llegamos al
camarín el me dice con su tremenda sonrisa “ahí está, pasa” y yo no pude, me
paré en la puerta y la vi, ahí estaba, la actriz, ya no el personaje que había
estado en escena recién. Liliana Ross en vivo y en directo, arreglando sus
cosas, guardando ropas en su maleta y no me atreví a entrar, me sentía en nivel
100 de emoción, solo lloraba y ella me
sonrió, me hizo pasar, me abrazó y me dijo “me recordaste a mi cuando conocí en
Inglaterra al actor de Yo Claudio”… el hecho de parecerme a ella en algo aunque
fuera un solo recuerdo para mi fue increíble e inolvidable y ya no me sentí tan
pava de no parar de llorar.
Años después, unos 14, ya me había venido a vivir a Santiago y
había comenzado mi carrera de actriz autodidacta en la casa de la cultura de Recoleta
bajo la dirección de Juan Manuel
Sánchez, en esa academia, que era hasta ese entonces, conocí a Solange y Ramón quienes me llevaron
a trabajar en teatro musical, en Jesucristo Superstar en el Teatro Cariola ni más
ni menos, dirigida por el que luego sería el papá de mi hija y quién me abandonaría
por una bailarina cuando Catita tuvo 6
meses y estábamos en plenos ensayos de la siguiente temporada. El la llevó a trabajar con nosotros y yo me sentí
incapaz de sostener la situación, a esos 28 años que tenía el mundo se me
desmoronaba y la vocación y el oficio me exigían el profesionalismo que en ese
momento no tenía y que busqué en esa persona que admiraba… conseguí su mail y
le escribí:
“Mi admirada Liliana… “
Le recordé mi momento importante
de niña cuando la conocí y le conté lo que estaba pasando, le hice saber que
necesitaba su concejo frente a mi disyuntiva, en el fondo creo que le estaba
pidiendo permiso para abandonar el barco y no me lo dio… puede que ni me
recordara pero ¡me respondió! Es una lástima haber perdido mi cuenta de yahoo
después de abrir la de gmail pero recuerdo en su respuesta algo así como “solo
el trabajo va a sanar cualquier dolor, sigue adelante por ti, no abandones” y
ahí recibí otra vez su palabra como una lección de una maestra elegida.
Hace un año y medio
fuimos compañeras de Tango en las clases de Cassandra Day en Chileactores, esta
vez ya no le recordé nada de mis
interrupciones en su vida y la disfruté como compañera, aprendiéndonos los
pasos y comentando como cabras chicas
entre todas la suerte de bailar con Jorge Alis.
Hoy desperté con la
noticia de su muerte, desde España me mandó el mensaje mi hermana y desde
Villarrica Gerardo me recordaba nuestro momento con ella, fue tanto para mi con esos pequeños gestos de acogida, como
para much@s me imagino, pues era una Reina Encantadora con el tiempo suficiente
para cada quien le requería. Gracias Lili por tu bella y dedicada existencia.